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Mostrando entradas de noviembre, 2014

1.-Del objetivo de las marchas.

Te bajas del metro por culpa de una masa de humanos desconocidos. La estrategia para la sobrevivencia en esos contextos es la misma: no pienses individual, no preguntes, dilúyete en la muchedumbre, síguela. Gracias a ello puedes llegar a la salida, incluso ignorando por completo una de las señaléticas mejor diseñadas en el mundo. La masa te ha guiado a la salida del metro de la línea azul, que se encuentra a un costado del Palacio de Bellas Artes. Caminas unos metros, cruzas una explanada de loseta blanca y te paras frente a lo que alguna vez fue el rascacielos más alto del cono sur: la torre latinoamericana. Ahí cruzan las calles Eje Central y Emiliano Zapata. Es ese cruce uno de los más concurridos en el mundo diariamente. Vez pasar miles de personas, de distintas nacionalidades. Una masa constante, de hormigas silenciosas con recorridos predestinados. Nadie se habla, nadie se detiene. Es ahí donde te puedes dar cuenta de uno de los efectos más interesantes de las grandes ur