1.-Del objetivo de las marchas.

Te bajas del metro por culpa de una masa de humanos desconocidos. La estrategia para la sobrevivencia en esos contextos es la misma: no pienses individual, no preguntes, dilúyete en la muchedumbre, síguela. Gracias a ello puedes llegar a la salida, incluso ignorando por completo una de las señaléticas mejor diseñadas en el mundo.

La masa te ha guiado a la salida del metro de la línea azul, que se encuentra a un costado del Palacio de Bellas Artes. Caminas unos metros, cruzas una explanada de loseta blanca y te paras frente a lo que alguna vez fue el rascacielos más alto del cono sur: la torre latinoamericana. Ahí cruzan las calles Eje Central y Emiliano Zapata. Es ese cruce uno de los más concurridos en el mundo diariamente. Vez pasar miles de personas, de distintas nacionalidades. Una masa constante, de hormigas silenciosas con recorridos predestinados. Nadie se habla, nadie se detiene.

Es ahí donde te puedes dar cuenta de uno de los efectos más interesantes de las grandes urbes: por más gente que tengas a tu alrededor, te sientes solo.

El fluir de personas es parecido al rítmico vaivén del mar, hipnótico pero inhumano; no puedes hablar con ellos. Toda una estructura social oprime la opción de hablarle a un desconocido, de interrumpir  los trayectos definidos. Aquellos que logran vencer el anonimato de la masa y alzar la voz son fáciles de reconocer, de apuntar: “amigo, dos por quince pesos”, “a continuación, un acto de magia”, “la revolución es ahora”. Esas voces se diluyen también con la masa, son conocidas pero no compartidas. Son parte del contexto natural de esa selva. Incluso se esperan.

Las marchas resultan ser una forma de masificación distinta. Un mismo mecanismo exclusivo de las ciudades que se resuelve de dos maneras distintas. Acentúo que sólo en la ciudad porque en las zonas rurales es difícil ver esta clase de fenómenos. Usualmente se logra sólo en conglomeraciones de varias comunidades, en fiestas, peregrinaciones o manifestaciones.

¿No es acaso la marcha lo mismo que vez frente a la Torre Latinoamericana? Finalmente, es mucha gente, moviéndose hacia un lugar. Uno puede seguir el ritmo de esa masa, puede escabullirse al centro de la aglomeración y caminar junto a todos ellos, pero la forma no garantiza la sustancia. Tener una masa de personas dirigirse, todas, al mismo tiempo a un lugar, no significa que sea una marcha. No se generará en esa masa lo que es esencial para la marcha: la sensación de comunidad.

El objetivo de las marchas es la transmutación del valor masa. La transmutación de un sentimiento de soledad a uno de comunión, de compañía. No eres tú, en medio de todos. Somos. No soy el único que piensa así, que siente así. No soy el único; no estoy solo.  La marcha es una catarsis, una comunión: es la evidente fiesta de lo colectivo.

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