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Mostrando entradas de abril, 2019

Arkwes, el nuevo silicero.

D urante una semana, Arkwes caminó por el centro histórico de Lavanda. Deseaba con toda su fuerza que aquellos espíritus dejaran su cabeza y su corazón en paz. Ya tenía suficiente con los espíritus que acosaban su cuerpo, lo envejecían; no le daban tregua. Él sabía que ellos siempre ganarían. Siempre lo hacen, en todos los años, en todos los milenios, en todos los tiempos y espacios. Pero ese era su secreto. Él sabía también que eso no importaba. Que el tiempo no importaba, ni tampoco el espacio. Él había superado el miedo a la muerte, el miedo al deterioro, el miedo a no tener lugar ni momento. Sabía, como bien sabían los viejos artesanos del oscilir, que existía un archivo más allá de las leyes y las dimensiones. Ahí, ese archivo, estaba dispuesto, esperando a quien quisiera leerle. El problema, como siempre, era permitirse conectarse a ese archivo. Era ahí en donde tener su mente y su corazón firmes era necesario. Eso sí importaba. Y ahí el tiempo valía, en tanto que la conexión suc